jueves, 17 de julio de 2014

" LA PLATA ES EL DEMONIO", SEGÚN ALCALDE CORRUPTO

Para tratar de justificar el cobro de una jugosa coima a un proveedor, un alcalde del interior del departamento dijo recientemente: "La plata es el demonio". 

Como todos sabemos, el dinero o también llamado plata, es un medio, para lograr satisfacer nuestras necesidades. Generalmente  el dinero se obtiene de la venta de algún bien o también a través de un puesto de trabajo. El dinero ganado honestamente es considerado como algo sagrado, porque sirve para alimentarnos, tener una vivienda, vestido y todas las necesidades básicas. En el mundo moderno, es importante desarrollar algún tipo de profesión u oficio para tener acceso al bienestar y, sobre todo, para criar bien a los hijos y que ellos puedan seguir siempre el camino del bien. Cuando el dinero se obtiene mediante la estafa, el robo, la coima, etc., efectivamente se convierte en el demonio. Este dinero mal habido, cobra una connotación especial cuando proviene del Estado, porque significa robarle a los más necesitados, a los seres humanos que se encuentran en extrema pobreza, a los más humildes que no tienen acceso al trabajo porque nunca recibieron una educación adecuada. Por consiguiente, este dinero es el mismísimo demonio, que se ha metido, sobre todo, en el alma de los políticos que nos gobiernan y que según sus predicamentos ofrecieron trabajar día y noche precisamente para los más pobres.

Escribo este artículo, porque ya se avecina un nueva elección de alcaldes y presidentes regionales y todo hace suponer que el pueblo seguirá eligiendo a los corruptos, a los que se "sacrifican por ayudar a los más pobres ", utilizando muchas veces la palabra patriotismo, que según el Diccionario del Diablo de Ambrose Bierce, se define como el último recurso de un pillo.
Desde mi punto de vista, los peruanos necesitamos crear una Inteligencia Política que sepa escoger a los honestos para que nos gobiernen. Por otro lado, sin pecar de pesimista, creo que estos demonios seguirán ganando, porque aún no hemos comenzado a educar a nuestros niños de la forma adecuada, enseñándoles, sobre todo, valores y conciencia social, para que se conviertan en hombres incorruptibles. En el ínterin, necesitamos de buenos jueces para castigar severamente a los malos.

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